sábado, 29 de junio de 2013

Sueños de desesperanza

Con la crisis me pudo la desesperanza durante un tiempo. Pero porque, debido a la neurosis profunda en la que los españoles habíamos caído, me había perdido.

Me perdí, me perdí al no poder recordar aquella niña soñadora que tenía tantos sueños por cumplir. Sueños no realizados por distintos motivos: eso no da dinero, hemos trabajado mucho para darte un mejor futuro... Comentarios así consiguieron que poco a poco olvidara mis sueños, que poco a poco quedaron enterrados.

Es curioso como el quedarte sin un duro, te ves en una bifurcación de caminos, eligiendo uno de ellos. 

El primer camino es la desesperanza, aquella que sólo ve un abismo al final de un camino prematuramente acortado por un impulso capitalista fuertemente arraigado desde la niñez. 

El segundo camino es el de los pícaros, que deciden aprovecharse de los que aún les queda algo de ese mundo capitalista que poco a poco muchos españoles y muchos del resto del mundo observan cómo aquella montaña de oro se convierte en polvo. Y es que, muy a nuestro pesar observamos cómo vivimos en un mundo tan mal diseñado que si no posees dinero, mueres de hambre. Un mundo en el que muchos de los puntos de ayuda cobran al pobre esclavo que se creía libre, obligándole a mendigar en las calles por un pedazo de pan.

El tercer camino es cuando consigues comprender que se puede vivir sin dinero. Esto llega tras una larga introspección que hace que aquel ser programado para vivir una vida X se libere de sus cadenas. Y una vez en este punto, recuerdas esos viejos sueños olvidados, esas antiguas aspiraciones que nacían del corazón pero no conseguirían darte de comer ni hacerte independiente.

Recuerdo que en esa antigua vida que viví, aquella persona que hoy yace por esta nueva, (o quizá por la vieja que quedó dormitando) deseaba ser una gitana. Algo muy curioso viniendo de un niño... Recuerdo que deseaba ser gitana por las películas españolas que hoy ya nadie quiere ver... Han quedado en un segundo plano, reemplazadas tal vez por películas comerciales de un superhéroe que nos sacaba de todos los atolladeros y mejoraba unas vidas perfectamente diseñadas y manipuladas para: nacer, crecer, multiplicarse y morir.

Pero para entender por qué quería ser gitana, debéis entender cómo era yo por aquel entonces: recuerdo que mi madre y mi abuela me decían que había que comérselo todo, que no se podía tirar la comida en la basura habiendo tantas personas pasando hambre. Seguro que esa frase os es conocida a muchos... A lo que yo pensaba: si yo ya estoy llena, por qué tengo que seguir comiendo? Si esa comida que queda en el plato de le diera al pobre que pide en la esquina, no habría menos hambre? 

Esa era la mente inocente de esta persona, a la que más de una vez tacharon por loca por no entender su comportamiento... Si bien es cierto que, al no haberme abierto nunca a los demás como hago ahora en estas líneas, comprenderme era un imposible...

Así pues, como decía, yo quería ser gitana: las personas con traje y corbata que vivían en las ciudades de esas películas estaban demasiado perdidas buscando más y más dinero, olvidándose de vivir... Las gitanas, en cambio, vivían en las montañas, trabajaban la tierra y cuidaban los animales... Era una vida dura. En cambio, cuando llegaba la noche, hacían una hoguera, y cantaban y bailaban a su alrededor, en ocasiones con algún instrumento musical. Y lo curioso era que esos gitanos vivían más felices que las personas de las ciudades...

Obviamente comprendí más tarde que yo nunca podría ser gitana, pero si tener ese espíritu y esas ganas de vivir.

Creo recordar que fue entonces cuando decidí que quería ser cantante... Me gustaba la música, por la sensación de libertad que sentía cuando la disfrutaba. Por aquel entonces no sabía describirlo, pero con las canciones me sentía capaz de hacer cualquier cosa. Y recuerdo aquel día en que me decidí a decirle a mi abuela que quería ser cantante: me contó que era algo que venía de familia, que mis bisabuelas cantaban muy bien, y ella y sus hermanas también. Pero ellas vivían en el campo (curiosamente como las gitanas de las películas) y curioseare cantaban para alejar los miedos. Tenían miedo a los lobos cuando pastoreaban en las montañas. 

Esa historia me ha acompañado todos estos años, y cuando tenía miedo de los lobos de la ciudad, cantaba.

Con la alegría de aquella historia, les conté a mis padres que quería ser cantante, pero ellos no lo vieron con los mismos ojos que nosotras. Para ellos, como es comprensible, su hija tenía que vivir mejor que ellos, y ese oficio va acompañado en la mayoría de los casos por el hambre, a menos que te vendas. 

Con la desilusión deber frustrado ese sueño, como el de ser cantante, opté por seguir ligada a ese mundo mediante la danza y la guitarra. Por supuesto, seguí cantando, en la calle con mis amigos y en casa, en las horas que tenía para mi sola.

A los 13 años empecé a escribir, porque tanto me encerré en mi misma que acabé siendo una gran desconocida para todos, y lo que es peor, se me olvidó cómo tenía que hablar sobre los sentimientos que tenía en mi interior, viéndome como un bicho raro... Ahora creo que tal vez no fuera un bicho raro, sólo una niña incomprendida con muchos sueños que nadie entendía... Por ejemplo, recuerdo que viendo tantos niños que pasaban hambre, quería ser misionera para poner mi granito de arena en el mundo, y ayudarles. Hoy veo que ese quizá fue uno de los sueños que más me marcó, pues no se trata de ayudar al que no tiene. Se trata de que, en este mundo capitalista, uno es rico a costa de empobrecer a muchos. Y mientras exista ese desequilibrio existirán injusticias. Claro que ayuda la solidaridad, pero eso se da entre personas que viven experiencias similares. La caridad es el peor fallo de la historia humana, pues la mayoría de los que la dan lo hacen para limpiar sus conciencias. 

Y sabéis en qué momentos dejaba de soñar y vivía? Aquellos veranos de la infancia en los que pastoreaba a los animales y me sentaba a mirar cómo mi abuelo trabajaba la madera. Me sentía tan tranquila, con tanta paz interior, que no necesitaba soñar para dar feliz.

Y ahora, cuando la crisis poco a poco se ceba con nosotros, sólo queda ese sueño, que engloba todos: no se trata de ser rico, no se trata de tener más. Se trata de ser feliz con el trabajo de tus manos. Se trata de tener un pedacito de tierra en el que vivir, cultivar y pastorear. Un pedacito de tierra en el que conseguir paliar el hambre y la sed. Se trata de volver a abrazar la naturaleza, y cantar con ella. Se trata de disfrutar este paseo al que muchos llaman vida, al margen de dioses, de superiores, porque eso no es más que otra extensión a lo que hablábamos antes: donde hay superiores, siempre habrá personas inferiores. 

Y todo esto viene porque perdimos los valores de nuestros antepasados, nos convertimos en máquinas y esclavos, y lo hicimos siendo conscientes de aquello a lo que renunciábamos. 

Hoy aquellas personas que renunciaron a tanto no entienden que estemos indignados, molestos, cabreados. No es para menos, hemos perdido más de lo que hemos ganado. 

Y en algún momento de toda esta aventura de generaciones, perdimos también el amor al prójimo. Cómo no ver que el volverse tan egocéntricos sólo nos podía llevar a una búsqueda codiciosa y por ende, a este punto de crisis mundial?

Cómo no ver que hemos explotado la tierra hasta tal punto que nos quedamos sin materia prima? Cómo no ver que somos la mayor plaga que ha asolado la tierra? 

Y por último, ahora que empezamos a ser conscientes: qué haremos para recuperar todo aquello que nos hacia individuos libres si cada día que pasa tenemos menos recursos?

Ahora nos mienten con los transgénicos como la salvación y cura, como el remedio para nuestras plegarias. Cuando lo cierto es que cada vez que manipulamos los alimentos pagamos un alto coste: menor calidad de lo ingerido. Y es un problema muy grave. A menor calidad, mayores enfermedades... Sólo hay que salir a la calle y mirar a la gente: desnutrición severa, ojos amarillos por unos hígados que cada vez fallan más, mayor número de afectados por el cáncer, enfermedades que vienen como resultado de un gran estrés (afectan en España a jóvenes menores de 30 años)...

Nosotros somos un grupo pequeño de amigos, una de nosotras tuvo un infarto a principios de mes por el estrés, otro tiene ataques de ansiedad, y yo, que tampoco me libro, sufro de artrosis mandibular con deformidad del cóndilo, lo que seguramente tenga que ser operado. Lo curioso es que todos nos dicen lo mismo: estrés y no dejar salir los sentimientos en un largo periodo de tiempo.

Sino fuera porque hemos invertido las prioridades en busca de tener mejores coches, mejores casas, etc esto no pasaría, pues nos hubiéramos quitado de mucho estrés y hubiéramos podido hablar abiertamente entre nosotros, sin ese miedo a ser rechazado por las personas más cercanas.

Y ahora os dejo una gran reflexión: ahora que muchos hemos ubicado nuestros problemas, ahora que hemos echo introspección y nos conocemos mejor, ahora que estamos saliendo poco a poco de esas enfermedades que nos afligen por todo el estrés diario... Qué haremos para remediarlo en un futuro?

Un saludo a todos, y un abrazo cósmico a todos aquellos que decidan un camino distinto de aquel que nos han enseñado. 




lunes, 24 de junio de 2013

Nuestra personal crisis española

Cada vez hay más personas en España pasando hambre, sin agua, luz, gas... 

Personas que, aunque quisieran, no pueden contar con sus familiares por diversas razones que no vienen al caso, aunque la mayoría se resume en que están igual que ellos.

La depresión es contagiosa y pocas personas se mantienen en un equilibrio espiritual digno de admiración.

La población que aún no siente la crisis está tan acomodada en sus casas que poco les importa la situación en la que se encuentra el resto de la población.

Las clases más afectadas se vuelven apáticos, decidiendo luchar por ellos e ignorar a esas personas que poco a poco se van viendo como ellos.

Estos días estamos en fiestas, y, mientras unos celebran, otros hacen una profundización en su interior intentando comprender lo que nunca pudieron.

Y es que es muy fácil decir que estamos en crisis, que todo va mal, pero es muy difícil intentar comprender como se sienten esas personas cuyo castigo se reduce a seguir despertando por las mañanas.

Personas que perdieron las ganas de vivir, la fe en la humanidad, se refugian en campos o drogas para que ese día a día sea más llevadero.

Personas que perdieron la fe en un mundo egoísta en el que impera el valor monetario y no la gente. 

Por otro lado encontramos a los que creen que la caridad es mala. Y yo les pregunto: aquellos que se han visto arrastrados a esta situación, que sólo desean morir, no hablan ya de caridad. Hablan de la posibilidad de subsistir con un pedazo de tierra, ganándose el pan con el sudor de su frente. Y ayudarles no es caridad, es solidaridad.

Tristeza me dan los que piensan en caridad, pues si esto sigue así, dentro de poco les va a tocar vivir todo esto en primera persona, y entonces no quedará nadie que pueda ayudarles a ellos.

Ya lo dijo un alemán en la época nazi: primero vinieron a por los judíos, y no hice nada porque yo no lo era (...) finalmente vinieron a por mi, pero ya no quedaba nadie a quien pedir ayuda.

Y así, con esperanzas perdidas, pero con ganas de vivir, se persigue el equilibrio espiritual, pues es algo que si logras conseguir, nadie te podrá quitar. 

A todas las personas que se identifican con estas líneas, no estáis solos, cada vez somos más. Un abrazo muy grande a los verdaderos luchadores de esta sangría. 

Pensad que a lo mejor en otra vida fuimos como ellos, y ahora es necesario aprender esta última lección de la vida. Vive intensamente, disfruta de tus logros, ayuda cuando puedas y acepta la ayuda cuando debas. 

Caminemos a la vez en esta nueva etapa del despertar interior y no dejéis que vuestra mente se pierda entre tanto dolor personal diario. 










sábado, 1 de junio de 2013

Pérdida de la fe en la humanidad

Sabéis? Empiezo a perder la fe en el ser humano, porque con 5 conscientes de miles no se hace nada.

Y me diréis: si ya hemos despertado.

Pero: acaso alguno abre la puerta de su casa a aquellos que la están perdiendo?

Cuantas personas llevan comida al mendigo desnutrido que pide en la calle?

Cuantas personas hablan con esos mendigos, que tan sólo con ese gesto les alegran el día?

Cuantos han aprendido a distinguir al mendigo oportunista del realmente necesitado?

Cuantas personas se han fijado si su vecino/a sufre malos tratos o padece hambre y han echado una mano?

Cuantas personas han salido a buscar soluciones reales para esa gente q sólo entiende del hoy, porque mañana será tarde?

Entiendo q cada vez menos gente salga a las calles a protestar, porque eso no les dará de comer esa noche, ni al día siguiente.

Entiendo q estén perdiendo la fe en muchas ONGs cuando les están cobrando por las ayudas recibidas.

Y entiendo que al final vean todo lo que les rodea como un mundo artificial en el que todos tienen un papel mientras ellos mueren de hambre.

Lo que no entiendo es la gente que cruza de acera para olvidar esa realidad cada día más palpable.

Cerrar los ojos no hace que desaparezca el problema.

Salir a la calle no da calor por las noches a esa gente, ni comida, ni esperanza... Y encima se tacha de terrorismo x intentar concienciar.

Pero a estas alturas concienciar no es suficiente. Gritar no soluciona los problemas de esa gente.

Y seguiré asistiendo a stop desahucios, a sabiendas que sino lo conseguimos se quedarán tirados a su suerte por no tener una solución b.

Así que perdonadme, pero en días como hoy, en los que veo todas estas cosas, no dejo de cuestionar todo.

No dejo de pensar en esos tropiezos de los durmientes y de los despiertos.

Sin embargo, ha llegado un punto en el que la impotencia da paso a la tristeza. Siento pena de nuestra especie.

Esa especie que tiende a destruirse a si misma.