viernes, 19 de octubre de 2012

Había una vez un reino...

Había una vez un reino gobernado por terroristas. Se dedicaban a asfixiar al pueblo a impuestos, les dejaba sin comida ni techo...

Les dejó sin educación, sin medicamentos... Ellos, indignados, tomaron las calles, con la esperanza de ser escuchados por los tiranos.

Había alguno que veía que sin guerra y sangre jamás cambiarían aquello y serían libres, como debe ser todo ser vivo...

Los gobernantes, astutos como zorros, decidieron mandar a sus hombres ocultarse entre ese pueblo indignado, para poder seguir manipulando...

Los más autocríticos del pueblo, se dieron cuenta de las intenciones del gobierno y miraron al sistema frente a frente.

Como los autocríticos pasaron de ser locos a ser escuchados, el gobierno del reino, desesperado, mandó apalear a todo aquel que dijera: basta.

Pero eso sólo animó a más personas del pueblo, y a ver cómo más masa se unía a los más agresivos...

El gobierno del reino, asustado, decidió cambiar de táctica: a los que llamen contra nosotros, les acusaremos de terrorismo.

Así se llevaron preso a alguno, como un hombre relacionado con el mundo del rap, por antisistema en sus letras, en internet...

Pero muy pocos del pueblo se dieron cuenta de aquello; de nuevo, autocríticos que veían más allá de una cortina de humo gubernamental.

Entonces los autocríticos se dieron cuenta de algo: las personas q detienen son autocríticos, q ven más allá de lo q el resto vemos...

Les entró el miedo al saber que el ser diferentes les tenía en el punto de mira... Ese miedo animó a unos a abandonar, a otros continuar.

Lo curioso es, que aunque muchos abandonaron, el número de autocríticos continuaba creciendo exponencialmente...

Aún así, los autocríticos se acordaban mucho de los q abandonaron, mantenían una esperanza:

Que llegaría un punto en el que la tiranía del gobierno, haría que regresaran esos autocríticos que abandonaron, juntando fuerzas entre todos.

Y habría suficientes autocríticos como para cambiar las cosas, cambiar una tiranía despótica e irracional por algo más hermoso y armonioso.

Este cuento es interactivo, con final abierto, entre todos decidiremos el final.

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