Hace tiempo me cansé de cómo vivíamos y me extrañó aún más el por qué.
No entendía que unos tuvieran una mansión con capacidad para 200 personas mientras esas 200 personas vivían en la calle.
Por qué, encima de ver esto como algo normal, era el egoísta el que tenía peso e imagen en esta sociedad. Y lo peor era el desprecio que mostraba a aquel que sobrevivía como podía...
Me interesaba Calcuta, Gandhi... Por el gran mensaje que dejaron tras de si, llevando un amor que pocos entendíamos... Algo que parecía pasar desapercibido a esta sociedad.
Años más tarde, pasó lo que muchos teníamos: si el egoísmo controla el mundo, en algún momento se tiraría de la cuerda tanto, que explotaría.
Desarrollando paciencia, meditando, soñando despiertos, fuimos viendo cómo esto pasaba. Cómo empezábamos a salir a la calle, a protestar, a manifestarse... La ola pacífica, los nuevos "hippies" del momento, por fin estaban aquí.
Tristemente, como pasó tiempo atrás, nadie escuchaba al pueblo, por lo que empezaron a tener disputas entre ellos.
Mientras, otra parte de la sociedad, perdía todo: techo, comida, salud...
Muchos han muerto en ese proceso, muchos han cambiado tanto por dentro que apenas se reconocen al mirarse al espejo.
No es que sean peores personas, sino que, en esa lucha, se volvieron más fuertes, más de lo que imaginaron, pues se creían débiles.
Esas personas, mientras luchaban por qué comían ese día, no salían a protestar, pues a menos tiempo para buscar comida, más vacíos en el plato.
Ese sector de la sociedad aumentaba, pirateando o compartiendo (con consentimiento mutuo) redes wifi para estar bien informados, mientras buscaban qué comer.
Mientras unos se desesperaban porque nadie les escuchaba, otros entendieron que muchos, no estaban en las condiciones adecuadas para continuar la lucha, otros sabían lo que querían pero no les entendían, y algunos, ayudaban para dar de comer cuando no tenían, lo que hacia su lucha demasiado importante como para desatenderla por ir a hacerse oír...
Y entre tanto caos, los de siempre continuaban sus planes, mientras la bola aumentaba.
Tanto era así, que, llegó un punto, en el que todos éramos conscientes de este problema, poco a poco se había ido debatiendo en las redes sociales.
Era de suponer, que, tarde o temprano, alguno daría con una solución inteligente. O la más inteligente, llegados a este punto.
Y como toda buena historia y todo buen cuento, esa idea está surgiendo:
Si no nos escuchan en la calle y sólo contamos dos segundos cada cuatro años, hagamos masa de ideas y personas para intentarlo de nuevo.
A la joven que contaba el cuento, como si lo hubiera vivido, la preguntaron qué era lo que estaba esperando ella para continuar su viaje, a lo que contestó:
Sólo un mundo más justo...
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