jueves, 3 de mayo de 2012

GAUDI Y BOTINES

Todos conocemos Botines por lo que nos dicen de el cuando estudiamos arte, sin embargo, hay muchas cosas de este edificio que permanecen en incógnitas.

Quizá las respuestas están en Gaudí, que, no sólo era un gran arquitecto español, etc sino que, además, practicaba la alquimia, dando un toque alquimista a sus obras.

Primero: la figura de San Jorge y el "dragón"

Cuando miramos la figura de San Jorge matando el dragón, nos damos cuenta que esa figura no se parece a un dragón, pero, por qué?

Si observamos atentamente a esa figura, todos dicen que es un cocodrilo, no un dragón, la verdad es otra: San Jorge sale en esa escultura con una salamandra gigante.

La salamandra: monstruo mitológico, considerado un símbolo básico de la alquimia; se supone capaz de resistir e incluso apagar los fuegos más ardientes. Tiene condición de anfibio, vive parte de su vida en el agua y parte en la tierra (elementos alquímicos), en particular en zonas húmedas como bosques. Debido a esto último, suele ser común encontrar estos animales entre la leña húmeda, y que salgan huyendo al arrojar ésta al fuego (otro elemento alquímico). (Wikipedia).

San Jorge: representado como un caballero que "lucha" contra la salamandra, también escondía muchos secretos, como por ejemplo, en su báculo: en el báculo se escondió los planos originales del palacio de Botines, encontrados años más tarde.

El edificio también tiene decoraciones de agujas y veletas, propias de la alquimia, aunque no encuentro ninguna figura santa a parte de San Jorge.

La única escultura con un libro en la mano es el propio Gaudí, en el banco que observa el palacio, mientras dibuja la portada. En alquimia se representaba con la escultura a la piedra filosofal, aunque en este caso solo tiene el libro, falta la serpiente.

En la portada también aparecen medallones, que, como sabéis, tienen varios significados. Aparentemente no están tallados, al menos desde la parte visible, lo que resulta curioso.

Existe una ventana por cada día del año.

Todo ello es un gran conjunto digno de estudiar a fondo... Viendo otra vez la imagen detenidamente, hay algo que recuerda al fuego iniciatico, pero ya lo dejo para las mentes curiosas.

Cada vez que veo este edificio, recuerdo esas historias, de las cuales hay muy pocas referencias, sobre la brujería negra que allí se practicó, las reuniones clandestinas de alquimistas e illuminati, incluso hay quien asegura que también masónico.

Una vez dentro, observamos toda la sala a la que accedemos; columnas de hierro fundido del propio Gaudí (llama la atención como el fuste varía de sala a sala, que en unas salas lo remata el propio hierro y en otras tiene fustes totalmente geométricos esculpidos es piedra).

No vimos todas las salas, pero no pude evitar sentirme en medio de un recinto laberíntico planta tras planta, que provocaba una desorientación latente a medida que la curiosidad aumentaba.

Las pequeñas torres puntiagudas siguen hoy en día intactas, tal y como las diseñó Gaudí. Antes sólo se veían algunos edificios desde sus ventanas, como San Isidoro, la Catedral de León... Edificios históricos y estratégicos si miras este otro lado que pocos investigan. Hoy por hoy muchos edificios tapan esas vistas de antaño.

Sólo nos permitieron sacar fotos y, como sabéis, los cuadros siempre son los primeros en prohibirlo. Tras rebatirlo con el guía, nos promete pasarnos imágenes de esos cuadros, todos con significados y llenos de matices. No obstante, había dos que me llamaron especialmente la atención. Un retrato siniestro, oscuro, que me recordaba vagamente a Saturno devorando a sus hijos, no me preguntéis por qué, pero relacioné ambos cuadros. El otro, una mujer musulmana, que, a pesar de las ropas típicas llevaba el rostro descubierto. El fondo era negro, sus ropas azules; sobre todo, llamaban la atención sus ojos, que, como los de la Gioconda, parecían moverse y mirarte te posicionaras donde te posicionaras. Unos ojos que mezclaban el sufrimiento y la curiosidad, de los que siempre me quedo largo tiempo observando.

Como dato curioso, el guía me preguntó sobre aquello que la mujer me había contado, lo que aumentó mi cara de asombro al recordar esos sentimientos que me producía ese cuadro, y cómo me perdí largo tiempo en él.

Una de las primeras salas a las que accedimos, era una sala de reuniones, aunque sólo me llamó la atención la lámpara. De cobre y con color del oro, su forma recordaba a un pájaro, pero lleno de pliegues delicadamente colocados.

En otro de los miradores, estratégicamente colocada, vemos la escultura de una mujer, sin brazos ni piernas, una mezcla entre las esculturas clásicas pero sobre la belleza moderna (delgada y de gran busto); no obstante, la posición en la que está su cabeza, extraña.

El espejo que diseñó Gaudí para este edificio era curioso, con curvas, y la madera bellamente tallada. El guía me llamó loca por fotografiar este espejo, pero era algo que me llamaba muchísimo la atención.

Sólo queda un cuarto, de los que vimos, original de Gaudí, por lo que también fotografié por su belleza y lo perfectamente geométrico que era. El detalle de las cortinas en ese cuarto hace un conjunto muy curioso, que tiñen la habitación de un ambiente totalmente distinto al resto.

Había diseños de sillas de Gaudí, en las cuales nadie ha querido sentarse, me llama la atención una silla en concreto, de la cual también fotografié: el respaldo tiene forma de corazón, los reposabrazos hacen juego con el espejo, y, el asiento, mirado con atención, tiene una estrella de cinco puntas. Se fue la luz justo cuando hacía la foto, me alegra que siempre lleve el flash automático.

Las escaleras, engañosas, pues parece que son pocas pero realmente agotan. Entre plantas se disponen tablas ancladas a la pared, para sentarse si te cansabas, tan sólo una entreplanta era distinta, pues sólo contaba con una pequeña silla del mismo estilo que las sillas y el espejo que encontramos antes.

La planta baja guarda los motores del edificio, pero estaban encharcados, no se sabía de dónde salía el agua.

Con lo grande q resulta el edificio dentro, resulta curioso que la planta baja accesible sólo cuente con esos pequeños habitáculos, sobre todo con lo geométrico que hizo todo. No obstante, gente que vivió allí reconoce que había acceso desde Botines a las catatumbas de León, aunque el guía nos lo desmiente diciendo que el edificio cuenta con menos años que los túneles de León. Eso no tiene mucho sentido, porque se podría haber añadido más tarde, al ser un punto emblemático de León.

Por otro lado, en varias fuentes escuché que Botines está embrujado, que se notan las presencias, que hay corrientes de aire inexplicables...

Nosotros recorrimos todo lo que nos permitieron, notamos esas corrientes de aire, lo q nos hizo pensar, todas las ventanas estaban cerradas, lo vimos antes de entrar, lo vimos desde las cámaras.

Cada estancia era única, transmitían sentimientos diferentes, notábamos cosas diferentes muy difíciles de explicar.

Siete plantas del edificio con nueve escalones de acceso al edificio, estaba muy estudiado los números...

Doce tubos metálicos, como chimeneas, decoran el tejado del edificio, uno por cada mes del año, repartidas en grupos de cuatro; si trazas una línea de grupo a grupo, obtienes un triángulo, propio de los masones y pitagóricos.

Mi conclusión: demasiado que ver en tan poco tiempo, tendremos que repetir la visita para ver todo con calma y al detalle.

Fotos: instagram Akasha Free
Vídeos: próximamente en Youtube de Akasha Free

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