Estábamos en una fiesta celta, Moisés y yo, esperando a Óscar y su novia, que llegaban un par de horas tarde. Mientras disfrutábamos de la fiesta, bebíamos unas cervezas y Moisés frikaba a la consola.
Me acerqué a los que pintaban la cara a lo celta para que me pintaran, aunque al final no me tomé el chupito al que invitaban por pintarse. Tampoco me importaba. Esa noche era para hacer cosas que normalmente no hago. Salir de una rutina y romper con la realidad que te formas y necesitas empezar a cambiar.
Los que pintaban eran un grupo muy simpático, gente sana aunque algo "rara", por decirlo de algún modo. Me gusta la gente rara porque yo soy la primera en serlo.
Debo reconocer que la noche anterior también salí de fiesta. Mi amiga María quería presentarme a unos amigos por si me gustaba alguno en plan quita penas. La idea no me gustaba mucho... Pero peor fue ver cómo era su concepto de "gente normal", lo que hace que me catalogue como "gente rara".
Sus amigos eran muy curiosos... Fue como volver a tener 16 años, y en un segundo me sentí vieja, más aún al acercarse mi cumpleaños. Todos los años me pasa lo mismo...
A lo que iba: estaba tan a gusto con esa "gente rara" que estuve hablando con ellos el resto de la noche, mientras Moisés empezaba a tirarle los tejos a una de las chicas de un modo descarado.
Al final apareció Óscar con su novia y estuvimos un rato con ellos, les pintaron la cara...
Cambiamos de bar, al sentirnos incómodos con tanta gente, y fuimos a tomar la última ronda. Perdiendo a Óscar y a su novia por el camino.
Como la chica no le seguía el juego a Moisés, quería marcharse, y empezó a tirarme directas para que me marchara con él a...
Lo cierto es que, aunque sea mi amigo, tiene poca delicadeza a la hora de bajar sus calentones. Es su peor defecto.
El chico que me había pintado la cara, me dijo que me quedara con ellos, que no me fuera aún, y menos con él si me sentía intimidada. Agradezco el detalle a ese chico, que me invitó a su casa para que no tuviera que irme a Nava andando a esas horas...
Fuimos él, su amiga (a la que Moisés intentaba ligar sin éxito), su amigo y yo.
El amigo se fue a casa disgustado porque algún borracho le había deformado la llanta de la bici y le faltaba una pieza.
Cenamos algo, y nos dormimos. Todo perfectamente normal, salvo porque éramos completos desconocidos...
Desconocidos que habíamos hablado toda la noche, y eran como clones, extrañamente conocidos... Demasiadas cosas en común...
Por la mañana la chica se despertó y se fue, había quedado con su padre.
Debo reconocer que lo que me sorprendió fue que este chico me trajera el desayuno a la cama y estuviéramos medio día hablando, como si fuéramos viejos amigos que hace mucho que no se ven.
Antes de irme, nos dimos los teléfonos para salir por ahí, a bailar, de fiesta...
Conclusión de la noche: la vida es romanticismo, sólo hay que saber morarlo y disfrutarlo. Se trata de saber de quién fiarte en una situación concreta. Y sobre todo, no olvidar nunca estos recuerdos, son los motivos por los que me gusta tanto la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario